España da su esperado giro a la derecha

Publicado en por vivienblog

Desde el pasado 29 de julio, cuando el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero anunciaba su decisión de convocar elecciones anticipadas, la opinión pública española ya se decantaba por darle un giro a la derecha a su país. Simplemente se sentía en el ambiente. Agobiados por la profunda crisis económica que afecta a la Unión Europea, más el desprestigio de ser el país de la Unión con el mayor porcentaje de desempleo, (22,6%) la España doliente, que tiene 30 años de sólida democracia, pedía a gritos un cambio.

 

El cambio tiene un nombre: Mariano Rajoy líder del Partido Popular español, quien tras tres intentos de llegar a la Moncloa finalmente lo logró. Una figura que se ha caracterizado por su aura de poco carismático, que se pronunció en la campaña por su reticencia a conceder entrevistas, más el lastre de ser el continuo perdedor, esta vez logró un triunfo rotundo frente al Partido Socialista y a su líder Alfredo Pérez Rubalcaba.

 

El 100% del escrutinio, el PP arrojó un total de 186 diputados, frente a los 110 de los del PSOE, una mayoría absoluta lograda por los populares que superaron la mayoría que obtuvo el ex presidente José María Aznar, quien hasta ahora había sido el líder del PP con mayor votación a su favor. A su vez,  esa mayoría que apoyó a Mariano Rajoy determinó la peor derrota de la historia del PSOE.

 

En un día en el que se conmemora la muerte del dictador Franco, la democracia española se hizo sentir aunque no dejó de tener una sombra de inquietud al tener una abstención del 28,31%, lo que se puede traducir en un sector de la población española que más que desentendido de la política está desencantado, como lo demostró el masivo movimiento del 15 M que en su mayoría cobija a jóvenes que son la mira del desempleo.

 

La crisis económica, sumada a las presiones de los líderes de la Unión Europea, a la cabeza la canciller alemana Ángela Merkel -que no duda en cualquier intervención para exigir mayores recortes y austeridad en los países en riesgo-, han determinado que los españoles castiguen a Zapatero en la candidatura de Rubalcaba, en definitiva castigan una gestión que no logró superar los problemas económicos del Euro que afectan a países como Portugal, Grecia e Italia y que empiezan a amenazar a potencias como Francia o Bélgica.

 

Listas las tijeras   

 

Aquellos puntos delicadísimos que tanto se pidieron escuchar en boca de Mariano Rajoy durante la campaña electoral, y que en repetidas ocasiones temió pronunciar, ahora se empezarán a hacer realidad. Aquella palabra que se revistió con eufemismos como “ajustes” o “reformas”, será la protagonista de la gestión del PP. Sin darle muchas vueltas se trata de recortes sociales. 

 

El PP promete en su programa acatar fielmente la senda de reducción del déficit. Pero las cifras son aterradoras. Si el objetivo global de este año (6% del PIB) se cumpliera -una ficción a la que ya ni el Gobierno saliente se agarra-, el ajuste adicional para 2012 se acercaría a los 18.000 millones de euros.

 

Una cantidad que deja pequeño el mayor recorte de la democracia, anunciado por José Luis Rodríguez Zapatero aquel 12 de mayo de 2010, cuando la población española estalló en desencanto. Entonces el sacrificio exigido fue de 15.000 millones de euros en dos años y supuso la congelación de las pensiones, el recorte de sueldos a los funcionarios y la desaparición del derecho a las familias a recibir 2.500 euros por el nacimiento de nuevo hijo, entre otras medidas.

 

Pero tal vez ese terror que se vivió en mayo de 2010 tenga una réplica mucho mayor para el próximo año. Si la economía crece con la lentitud que prevén los analistas, los gobernantes venideros tendrán la posibilidad de conquistar un dudoso primer lugar: el de aplicar el mayor recorte en democracia española.

 

Las preguntas que protagonizaron el único debate electoral entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy siguen en el aire: ¿Cómo acometer ese brutal ajuste sin recortar pensiones (más de un tercio del Presupuesto)?, ¿Cómo asumir el déficit del sistema de salud español sin que los usuarios se vean perjudicados?, ¿Habrá recortes en educación?...

 

Todo ello con una economía estancada que no augura una mejora relevante. La respuesta que dan a este enigma los analistas es rotunda: las cifras de déficit no se cumplirán este año ni probablemente el que viene.

 

Con ese panorama parece que a Mariano Rajoy le hará falta mucho más de lo que tiene escrito y pensado para cumplir lo que promete. "Cumpliremos la senda de consolidación fiscal que marcan nuestros compromisos con los socios europeos", sentencia Rajoy en su programa. Para ello acometerá una "profunda reforma fiscal" que mejore el incentivo al trabajo, al ahorro y a la inversión (es decir, rebajas de impuestos) y una "revisión generalizada del gasto" que mantenga "los servicios públicos fundamentales".

 

Pese a todo lo positivo que puede estar escrito, la llegada del momento electoral, en medio de un panorama gris para toda Europa, ha hecho que en contadas ocasiones Rajoy reconociese que, salvo las pensiones, todo lo demás es susceptible de recortarse.

 

Tanto el programa como las palabras de Rajoy sugieren que su herramienta para cuadrar las cuentas residirá en la reducción del gasto y que la mejora de ingresos vendrá por una reactivación económica por la que nadie apuesta. Sin embargo, Rajoy insiste y asegura que la clave está en un concepto etéreo: la confianza.

 

Esa confianza, o mejor su pérdida, es la que ha decidido a los españoles dar un giro a la derecha. Una sociedad que aún se reconoce decidida a enterrar el discurso extremista de la derecha que un día llevó a Franco al poder, hoy corre hacia su ala menos radical para buscar un refugio ante la crisis.

 

Así llegó a la Moncloa un favorito con programa ambiguo. A Mariano Rajoy, hoy presidente electo del Gobierno, lleva esperando siete años su turno. Su programa de Gobierno, cargado de ambigüedad, apenas apunta algunas recetas de política económica: austeridad sin decir de dónde recortará, control del gasto público evitando duplicidades, sin decir cuáles, y bajada de impuestos a empresarios, rentas del capital y familias numerosas para salir de la crisis. Se sabe que Rajoy quiere acometer una reforma laboral, pero no en qué términos; que piensa aprobar una reducción de personal en las empresas públicas pero no cuántos ni cuándo; que impulsará una reforma fiscal con algunas bajadas de impuestos y que reformará algunas leyes, como la del aborto, pero sin detallar su contenido concreto.

 

 

El descalabro del PSOE es histórico. El Partido Socialista Español tuvo sus años dorados con Felipe González, quien se mantuvo 14 años en el poder (1982-1996) y su deterioro fue muy lento, hasta el punto de que ganó en 1993 acorralado por los casos de corrupción y estuvo a punto de repetir milagro en 1996, cuando la diferencia con el PP fue inferior a 300.000 votos. Pero ahora, golpeado por la peor crisis económica de la historia, el PSOE ha perdido en muy pocos años el inmenso poder institucional logrado desde la llegada de Zapatero al liderazgo del partido.

 

Rubalcaba lo intentó todo, sin duda. Hizo una campaña intensa con propuestas arriesgadas que a los españoles les sonaba a improbables, o simplemente no quisieron escucharlas porque dejarse convencer por el que fue el segundo en el gobierno Zapatero les parecía incorrecto. Había que castigar a alguien por el final del denominado, y hoy inexistente -¿Algún día existió?- milagro español. Ese que se esfumó con el aire porque la burbuja inmobiliaria, que se inició en los tiempos de José María Aznar, reventó.

 

Ha sido una campaña rara. La emoción de la política, esa que se manifiesta en la intriga por saber quién será el próximo presidente del Gobierno, ha brillado por su ausencia y si algún día la hubo, llegó un domingo y fue fulminada en una encuesta.

 

Las voces del PP empezaron a tomar tal fuerza que los votantes del PSOE se dejaron sumar a una espiral del silencio que hoy se representa en una tímida oposición.

 

En silencio también habría que analizar uno de las reflexiones de la campaña de Rubalcaba, que inquieta por el peligro que correría una de las democracias modelos en el mundo: "Me preocupa que la derecha se alce con el poder absoluto"(…) Estas son las elecciones más importantes desde 1977. Nos jugamos mucho. Podemos perder lo que nos ha costado 30 años conseguir (...)".

 

¿Será así? 

 

Vivian Murcia

Especial para El Nuevo Siglo

Madrid - España

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